domingo, 20 de enero de 2013

Amanecer perfecto

Desperté. Seguíamos en el bus con las cortinas cerradas. Seguían las mismas personas. Las mismas que conocí hace más de 11 años y unos cuantos más que se añadieron en el camino. Ya la bulla no era la misma. Algunos seguían durmiendo. Algunos conversaban muy bajito. Otra película seguía en el televisor y casi nadie le prestaba atención. Ya habíamos visto como 3 antes que cayéramos rendidos antes nuestros asientos cómodos después de un paseo en Carlos Paz, hermosa ciudad argentina, y nos dirigíamos a Bariloche. Habíamos comido chocolate, que, por supuesto, caía perfecto para el frío de ese invierno del 2010.

Todos con caras desastrosas de recién amanecidos nos mirábamos y hablábamos, nos burlábamos de los que seguían durmiendo, de los que babeaban, de los que gileaban durmiendo abrazados a una chica a pesar de tener flaca, de las mamás y de Nacho y Shúnior (Junior) que se encontraban durmiendo también. Yo no hablaba mucho, solo me quedaba observando lo que decían los demás y reía. Reía juntos con ellos. Uno que otro más abrieron los ojos. A alguien, no recuerdo quién, se le ocurrió abrir muy despacio la cortina de al costado de su asiento. Quedó asombrado. "Miren, allá afuera!"- gritó. Le hice caso, quedé boquiabierta ante tal obra de arte. Agarré mi cámara y ese momento quedó plasmado no sólo en una foto sino también en  el baúl de mi memoria.

Me habré quedado observando la hermosura del paisaje como 10 minutos mientras escuchaba alguna banda de rock. Era la primera vez que veía un amanecer. Se veía perfecto. Era un momento perfecto y de esos hay pocos en esta vida. El cielo, el sol, los amigos, la aventura. Todo caía preciso. Y sucedió.



No hay comentarios:

Publicar un comentario